Auditoría vs. Inspección educativa: comprendiendo las diferencias

En el sector educativo, el concepto de auditoría se ha asimilado con mucha facilidad a las funciones de inspección educativa.

Esta confusión ha llevado con frecuencia a la idea errónea de que las finalidades de ambas actuaciones son las mismas.

A ambos roles se les asigna la función que, en resumen, consiste en encontrar fallos y penalizarlos, bien sea mediante un informe de auditoría con los hallazgos de las “no conformidades” encontradas, las cuales dan lugar a una acción para corregirlas, o bien mediante una inspección educativa que también persigue, entre otras, el correcto cumplimiento de la normativa.

Este concepto implica una visión negativa de ambas funciones y ambas producen el temor a ser descubierto en alguna irregularidad, como cuando nos para la policía de tráfico.

La inspección educativa tiene peculiaridades que la distinguen de otras inspecciones de servicios públicos, como puede ser la fiscal, laboral o de sanidad. La diferencia está en que, además de cubrir las funciones propias de la inspección educativa en la tramitación de expedientes por incumplimientos detectados, también cubre funciones de asesoramiento para corregir errores o introducir mejoras.

Este asesoramiento técnico no se produce en los ámbitos de las inspecciones antes indicadas. El asesoramiento educativo requiere, obviamente, una alta competencia técnica y experiencia profesional en el ámbito docente.

El auditor o auditora de sistemas de gestión que audita un centro educativo también necesita competencia técnica en el campo educativo. Si actúa como auditor en auditoría de certificación, necesita el código de especialidad de auditor en el sector auditado. Disponer de este código es un requisito de las Entidades de Certificación Acreditadas. El código lo otorgan las Entidades de Certificación en base a las evidencias de formación y experiencia que aporte el auditor.

Las Entidades de Certificación son, a su vez, auditadas por los Organismos Nacionales de Acreditación, los cuales verifican el cumplimento correcto de estos requisitos por parte de las Entidades de Certificación.

Al estudiar los roles de inspector y auditor, observamos que en la auditoría no existe rol disciplinario alguno. Los referenciales y normas bajo los que se implantan los sistemas de gestión auditados son de carácter voluntario. Sólo obligan al cumplimiento cuando las organizaciones aceptan estos requisitos de funcionamiento para mejorar su gestión.

El auditor, cuando interviene en representación de una Entidad de Certificación, no puede, al contrario de lo que ocurre con la inspección educativa, desarrollar funciones de asesoramiento a la organización auditada. De esta forma, bajo los esquemas de certificación, están totalmente separadas y son incompatibles las funciones asesoramiento y la consultoría de las funciones de auditoría a efectos de certificación.

“Los consultores y auditores internos sí pueden llevar a cabo funciones de asesoramiento.”

No obstante, los consultores y auditores internos sí pueden llevar a cabo funciones de asesoramiento con la finalidad de corregir errores e introducir mejoras. En la auditoría interna, como requisito de las normas de sistemas de gestión previo a la auditoría de certificación, encontramos que el posible clima de tensión de la auditoría de certificación (por el temor a que, eventualmente, la organización pudiera no conseguir certificarse, o bien perder el certificado que ya tiene) no debería producirse.

Aún así, el temor a la evaluación en sí misma casi siempre subyace. Va desapareciendo a medida que la cultura de la calidad y de la evaluación para la mejora va penetrando en el pensamiento colectivo de las organizaciones. La auditoría desde una perspectiva positiva es un hito en el que se constatan los avances y mejoras de la organización y se renueva el compromiso y el entusiasmo para seguir mejorando. Las mejoras y logros que también se evalúan en la auditoría, así como las renovaciones de certificación que evidencian la eficacia del sistema, son motivo de celebración para toda la comunidad educativa.


El sector educativo es uno de los más sensibles en cuanto a calidad en el servicio, y, por tanto, requiere de controles, revisiones y mejoras constantes. En EBV somos conscientes de esta necesidad, y por ello trabajamos con los centros educativos para que mantengan e, incluso, incrementen sus niveles de calidad y excelencia. La auditoría que llevamos a cabo permite vigilar el desarrollo de la actividad e identificar áreas de mejora sobre las que plantearemos el esquema de mejoras.