Se ha implicado a las personas, tanto sanitarios como no sanitarios, potenciando la capacidad de gestión, la eficacia, la eficiencia y la productividad.
Se han realizado cambios en la manera de hacer las cosas y logrando resultados significativos.
Se ha asegurado tanto el cumplimento de los estándares, como la aplicación una agenda de cambio y planes de mejora.
Se ha tomado conciencia de la eficacia de estos mecanismos de anti-retorno en la gestión, para evitar el deterioro y vuelta atrás.
Se ha extendido la cultura de atención al paciente.
Se ha mejorado la participación en la mejora continua, mediante diferentes equipos de trabajo. Algunos de ellos desarrollan proyectos nacionales e internacionales y han conseguido reconocimientos de prestigio a diferentes iniciativas.
Se está integrando la cultura de la calidad y los principios de la excelencia en la organización. Se ha mejorado la comunicación entre profesionales y entre los diferentes niveles asistenciales y se superan las reservas y prejuicios que a veces se encuentran en determinados círculos de resistencia al cambio.