COVID-19: El pensamiento transfronterizo
COVID-19: El pensamiento transfronterizo
Un problema de todos
Todos nos hemos impresionado con las muchas imágenes “cuasi apocalípticas” que han circulado por las redes. Grandes ciudades y pequeñas localidades en todo el mundo, con las calles completamente vacías. La dimensión mundial del problema y la conectividad más allá de las fronteras es algo espectacular. La información sobre la carrera del virus por todo el mundo se comparte y llega a todas partes a una velocidad increíble, velocidad que supera con mucho a la de la propagación del virus.
Tomamos conciencia, no solo de la dimensión mundial del problema del COVID19, sino de la “vulnerabilidad compartida” que tenemos los humanos en todo lo esencial. Es como si estuviéramos cayendo en la cuenta de obviedades que no son noticia, ni novedad del día, ni una llamativa aportación a la ciencia. De repente, parece que nuestra identidad o sentimiento identitario y de pertenencia se amplía fuera del alcance geográfico en el que generalmente pensamos cuando nos referimos a esta expresión. Ya no es tan obvio que lo relevante sea ser vecinos de una localidad o nacionales de tal país. Compartimos el problema con el mundo entero.
Imagen del mapa elaborado por la Universidad John Hopkins. Disponible en: https://coronavirus.jhu.edu/map.html
Estamos literalmente en el mismo barco, viviendo la misma tragedia. Compartimos un desafío mundial común, con las mismas incertidumbres y miedos, atentos a las noticias sobre buenas prácticas, tratamientos y, en su caso, avances de la investigación sobre el COV19.
Parece fuera de duda la idea de que este gran problema necesita grandes soluciones e intuimos que también presagia grandes cambios. Con el COV19 asoma la sospecha de que podríamos estar asistiendo a uno de esos posibles grandes momentos de cambio de la humanidad. Sospecha que se combina con el paradójico deseo de que esto pase pronto y de que todo vuelva a ser, al menos, como antes del COV19.
En el anterior insight publicado por EBV, hicimos una llamada de atención a la necesidad e importancia que tiene impulsar el pensamiento estratégico y la cultura de la previsión en la gestión. La acción sigue al pensamiento y si éste no está en la dirección correcta, la acción tampoco. Era el resumen de una breve reflexión sobre la pregunta de si la pandemia del COV19 y la respuesta que está teniendo es el resultado de un imprevisto o una imprevisión. La conclusión nos llevó a señalar siete aspectos de la gestión excelente cuando es presidida por el pensamiento estratégico.
Del pensamiento local al pensamiento internacional o transfronterizo
En esta ocasión, la reflexión que hacemos parte de la base del optimismo antropológico, que cree en la capacidad del humano para aprender, optimismo o creencia que, por cierto, resulta ser la base de la educación, o sea, la de que el hombre es un ser educable. Tratamos de aprovechar la oportunidad del COV19 para intentar identificar algunas de las posibles enseñanzas que podríamos extraer al poner el foco y fijarlo en el aspecto referente al carácter mundial, internacional, transnacional o transfronterizo que la pandemia del COV19 tiene.
El llamado pensamiento “out of the box”, literalmente “fuera de la caja”, es poco utilizado. Se trata de pensar de una forma no convencional, lejos de los esquemas mentales habituales y en consonancia con nuevas perspectivas. Es una forma de pensar abierta que produce inseguridad y cierto vértigo. “Fuera de la caja” perdemos seguridad, pero ganamos visión y perspectiva. Los acontecimientos de carácter internacional nos dan la oportunidad de “salirnos de la caja” y liberarnos de algunos lastres del “pensamiento en modo local”, usando el “pensamiento en modo transfronterizo”.
Aprendizajes recientes
Dado que el mundo no empezó con el COV19, podríamos remontarnos a posibles aprendizajes extraíbles de la historia. Son memorables las consecuencias sanitarias y socioeconómicas de acontecimientos tan increíbles como la Peste Antonina, transmitida por los soldados y otros mecanismos de interconexión imperial terrestre y naval, con miles de muertes en Roma, o la posterior peste negra que dejó la población de la Europa Medieval, de unos noventa millones de personas, reducida a una tercera parte. Nos vamos a limitar a dar un vistazo a algunos acontecimientos internacionales relevantes de los últimos cien años. Acontecimientos vividos por personas como la anciana de 113 años, que, en estos días de marzo de 2020, ha sido noticia en España como superviviente de la enfermedad del COV19.
En 2019 se ha cumplido el centenario de la creación, en 1919, periodo de entreguerras mundiales, de la extinguida Sociedad de Naciones. Su propósito era básicamente promover la solución de los conflictos por la vía diplomática, el diálogo y la colaboración internacional. Pero dado el escaso número de estados miembros, el impacto de la crisis del 29 y la agresividad de las potencias fascistas, la organización se disolvió a los veinte años, en 1939, con un bajo éxito en sus objetivos de impulso de la cooperación internacional. Fue un primer y fracasado gran intento. La problemática que ésta pretendía resolver hace cien años, sigue siendo de total actualidad, por lo que la asignatura sigue pendiente de aprobar.
Otro hito destacable es la Gran Depresión económica de 1929, diez años después de la fundación de la Sociedad de Naciones. La crisis se fraguó en un contexto de liberalismo económico clásico. Afectó, no solo a Estados Unidos, sino al resto del mundo y especialmente a Europa, que también tenía en su poder activos financieros que sufrieron el impacto y las consecuencias de la caída de su valor. Esta crisis acompañó a la segunda Guerra Mundial y la respuesta a sus enseñanzas fue fortalecer la “institucionalidad internacional”.
Se creó la Organización de Naciones Unidas (ONU), el 24 de octubre de 1945, con sus propios Organismos Económicos, como son el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio, y la Organización Mundial dedicada a la Salud (OMS). Le siguieron la creación de otras organizaciones regionales como la Unión Europea, la Organización de Estados Americanos (OEA), la Organización de Estados Africanos (OEA), o la Organización para la Cooperación el Desarrollo Económico (OCDE), entre otras. En el plano de la cooperación y mantenimiento de la capacidad militar colectiva se creó en occidente la Organización del Tratado del Atlántico (OTAN), que ha ido adaptándose estratégicamente a los cambios producidos en su entorno.
La ONU y algunas de las instituciones ligadas a la ONU, que han tenido y siguen teniendo un papel muy relevante, han pasado y, en buena medida, siguen pasando, por momentos de baja credibilidad. Así lo comentó el economista Carlos Solchaga en una muy ilustrativa reflexión que ya en octubre de 2003 escribió en el periódico económico Cinco Días, señalando la crisis de credibilidad de los Organismos Internacionales como el Fondo Monetario Internacional o la Organización Mundial del Comercio del Banco Mundial.
En estos momentos de la pandemia COV19, es esencial la labor que realiza la OMS, alertando y vigilando la pandemia. Como órgano de asesoramiento ayuda a los pases a prepararse y responder, aporta suministros esenciales y coordina la investigación para obtener tratamiento y terapias para la enfermedad. No faltan voces detractoras como las del Presidente Trump, que según información del Diario.es*, acusa a la OMS de mala gestión y la amenaza con un recorte de fondos. La OMS dice estar acostumbrada a su papel de chivo expiatorio ante las reconocidas deficiencias de las respuestas de las administraciones públicas.
Son abundantes las voces ponderadas y neutrales que echan de menos una OMS con mayor poder ejecutivo. También en la imperfecta Unión Europea se echa de menos una capacidad más ejecutiva de coordinación en muchos campos y su falta de competencias en el terreno sanitario no es poco importante.
Otro acontecimiento destacable en este breve repaso es el de la crisis financiera y económica del 2008, que también tuvo una trascendencia internacional. Sus causas tienen en común con la del crack del 29 una sobrevaloración de los activos financieros. En esta segunda ocasión, los activos tóxicos sobrevalorados iban aflorando en las cuentas de los bancos y sus pérdidas iban produciendo efectos en la economía real con consecuencias sociales devastadoras.
El origen de esta crisis comenzó una carrera desregulatoria que inició el presidente Ronald Reagan y que ninguno de sus sucesores, Bush padre, Clinton ni Bush hijo, quisieron parar. La crisis produjo un desprestigio importante de los postulados del pensamiento económico ultraliberal abanderado por Milton Friedman, Premio Nobel de Economía en 1976, que lideraba la Escuela Económica de Chicago. Esta escuela era propiciadora de la máxima desregulación de la actividad económica y defensora de un concepto de empresa cuyo único propósito y responsabilidad es maximizar el beneficio del inversor.
Uno de los efectos que produjo la crisis del 2008 fue el aumento de los mecanismos regulatorios e intensificación de los controles sobre la actividad bancaria y financiera. En los años posteriores a la bomba económica y social que produjo la caída de Lehman Brothers en 2008, ya no recuperó su predominancia el pensamiento económico ultraliberal de la escuela de economistas de Chicago. Esta lección casi magistral, parece estar aprendida, pero la gobernanza internacional sigue siendo un problema pendiente.
Contexto de la actual crisis del COVID-19
Llegamos, diez años después de la crisis económica mundial del 2008, a la actual pandemia internacional del COV19. Esta crisis sanitaria se está gestionando en el siguiente contexto:
La aceleración de la interdependencia en la economía. La globalización aumenta la vulnerabilidad de los estados nacionales soberanos. Son un ejemplo los llamados “estados fracasados” por su incapacidad de controlar los problemas de la corrupción generalizada o del crimen organizado. El alcance limitado de las micro recetas locales pone en evidencia la incapacidad de las soberanías locales para resolver problemas de dimensión mundial.
El aumento del poder de los consumidores para tomar decisiones de compra informadas. El acceso fácil y rápido a la información permite perfilar a las empresas proveedoras, conocer sus valores y su nivel de compromiso con la sociedad. El consumidor es cada vez más consciente de que con su dinero pueden estar dando soporte a organizaciones cuya filosofía empresarial es contraria a su pensamiento y sensibilidad social, ecológica o política y de que puede actuar en consecuencia.
La vulnerabilidad de las empresas locales que se mueven en un entorno y alcance geográfico corto del negocio. Su viabilidad y sostenibilidad se ven amenazadas por la competitividad de las soluciones de empresas con visión y actividad transnacional.
La debilidad institucional internacional. La quiebra del principio de multilateralidad ha debilitado la fortaleza inicial de las Instituciones Internacionales y es una amenaza severa para los intereses de la población mundial.
La macrotendencia del tribalismo. Esta macrotendencia la comentaremos brevemente a continuación, dada la importancia y efectos adversos que tiene en el progreso de la Institucionalidad Internacional y el lastre que supone en las soluciones de los problemas de alcance transnacional.
La macrotendedencia del Tribalismo
La Administración Bush, declaró el fin de la multilateralidad. Tras el slogan de la campaña electoral, “América lo primero”, que llevó posteriormente a la presidencia a Donald Trump, se añadió al criterio de la unilateralidad el de la prioridad absoluta del interés nacional. Esta corriente de nacionalismo ha arrastrado a muchas regiones del mundo hacia un pensamiento, identificado como macrotendencia, que pone el acento en la “soberanía no compartida”. Esta macrotendencia, por su propia naturaleza, refuerza los mecanismos de destrucción de la institucionalidad internacional. El Brexit en Europa es el ejemplo patente de las consecuencias de este nacionalismo populista. El profesor de la Universidad de Stanford Francis Fukuyama, en relación con el libro de la Doctora Marlene Wind, titulado “La tribalización de Europa”, señala que: “La tribalización es una de las megatendencias globales del mundo actual”. La elección de Donald Trump, el resultado del referéndum sobre el Brexit o movimientos populistas como el separatismo catalán, unidos a un retroceso en la democracia en la Europa central y del este, constituyen ejemplos claros de los mecanismos y los efectos de la tribalización.
En esta modalidad de pensamiento “dentro de la caja”, surgen las propuestas de vueltas a las soluciones autárquicas. En ellas se propicia, entre otras, el autoabastecimiento alimentario, la soberanía farmacéutica e investigadora y, en general, soluciones basadas en el soberanismo no compartido y la autarquía, como remedios paradójicos para resolver problemas que trascienden los límites de las fronteras. Es algo tan inconsistente como pretender apagar el incendio de un bosque de miles de hectáreas ardiendo con solo dos personas y un cubo de agua.
El pensamiento científico como buena práctica
La visión y el rigor del pensamiento científico es el paradigma o ejemplo de modos de pensamiento en las antípodas del tribalismo. En el mundo de la ciencia, hay humildad y conciencia de la necesidad de estar mejor preparados para las actuales y futuras amenazas, y de la necesidad de invertir con inteligencia en la ciencia.
Los científicos son personas que mayoritariamente creen en la importancia y eficacia del conocimiento compartido a nivel mundial. La comunidad científica es un ejemplo de personas de categoría mundial, con habilidades y competencias técnicas y humanas de amplio espectro, que utilizan en su trabajo estándares y referencias de buenas prácticas de nivel internacional. Son la parte discreta, pero fundamental del “cerebro colectivo” de la humanidad. Su papel y su formato de pensamiento global es esencial para salir airosos en los actuales y futuros desafíos.
En el mundo de las empresas podríamos tomar el estilo del pensamiento científico como “pensamiento faro”, como paradigma y ejemplo de pensamiento global o transnacional, intelectualmente libre e independiente. Es la mentalidad y estilo de pensamiento discreto y honesto en el que tendríamos que fijarnos para extraer aprendizajes desde su forma de ver las organizaciones. Es el modelo de compromiso de las personas basado en la motivación intrínseca, que nace de un propósito con atractivo para comprometer a las personas en proyectos de valor para todos. Es un pensamiento “fuera de la caja” marcado por los límites de las propias fronteras mentales y geográficas.
El pensamiento transfronterizo en la gestión excelente
Todos los criterios de excelencia en la gestión de los negocios pueden verse afectados por el pensamiento transnacional o pensamiento “fuera de la caja”. Es fácil pensar en la importancia que para la competitividad y la sostenibilidad tienen las organizaciones con un “liderazgo” con visión transnacional. Los líderes con un proyecto de negocio enganchado a las soluciones de los grandes problemas del mundo son líderes con un proyecto de negocio inspirador, con capacidad para arrastrar y comprometer a las “personas” en la tarea de la construcción de un mundo mejor.
Un buen proyecto da sentido al trabajo de cada día con la “gestión y ejecución de los procesos” del negocio, en el que no solo moldeamos una piedra a base de duros golpes de martillo y escoplo. Con un proyecto inspirador estaríamos construyendo una catedral. Trabajaríamos cada día para construir un mundo mejor.
La visión transnacional de las necesidades y de las soluciones es un nuevo enfoque innovador para el diseño de productos y servicios. Estaríamos gestionando los procesos de manera conforme con las buenas prácticas y requisitos internacionales de gestión, pensando en necesidades y expectativas de los clientes más allá de las fronteras inmediatas.
Las “alianzas” con otras partes interesadas con las que se comparten valores comunes, como garantía esencial para la continuidad y estabilidad de los negocios, estarían aportando valor compartido y creando soluciones mediante productos y servicios que no se habrían podido lograr trabajando en el aislamiento y la soledad.
Los “resultados” de las organizaciones inspiradas por un modelo de pensamiento transnacional estarían poniendo en evidencia una situación clara de ventaja frente a las que no tienen los cimientos de competitividad basados en un pensamiento global y abierto. Su sostenibilidad, basada en las necesidades y expectativas de mercados amplios estaría sustentada en unas bases amplias y sólidas.
Con un proyecto inspirador estaríamos construyendo una catedral. Trabajaríamos cada día para construir un mundo mejor.
El enfoque del Pacto Mundial: cambiar el mundo a través de los negocios
El Pacto Mundial ha dado un paso al frente de muchísima importancia y sin complejos, resaltando la importancia que los negocios tienen para lograr construir un mundo mejor. Los diez Principios el Pacto del Mundial y los diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible son la llamada más grande que han tenido las empresas en estos últimos cien años para ayudar a la transformación del mundo a través de los negocios.
El programa de Objetivos 2030 es el paradigma de una iniciativa que está creciendo. Va al ritmo del aumento de la toma de conciencia de la importancia que para los negocios tiene hacerse responsable de su sostenibilidad y alinearla con la sostenibilidad global. Esta sostenibilidad de los negocios está basada en un nuevo concepto de empresa. Es el concepto de empresa como organización responsable de conseguir el éxito en la satisfacción de los legítimos derechos y expectativas para todas las partes que tienen interés en el buen funcionamiento y resultados de la organización.
Los aspectos económicos, sociales y medio ambientales se integran en la estrategia global del negocio. Éstos buscan una sostenibilidad conciliando los resultados del negocio con las expectativas legítimas de todos los interesados, incluyendo el bienestar de los ciudadanos. Su reputación como organización digna de la confianza y respeto de sus clientes forma parte de sus principios para la sostenibilidad. Estamos ante una visión más amplia que la del liberalismo primitivo que limitaba el propósito de la empresa exclusivamente a maximizar la rentabilidad del capital financiero invertido, con poca o nula atención a los cadáveres que dejaba en el camino.
El post COVID-19
En un artículo del 31 de marzo de 2020*, la Responsable del Grupo de Acción, Salud y Sostenibilidad de Forética, Raquel Suarez, en el actual contexto del COV19 se pregunta “¿hemos aprendido del pasado y estamos aplicando modelos más responsables que los de entonces?” Raquel señala que “hay iniciativas que demuestran cómo la sostenibilidad y la responsabilidad social de las empresas va cobrando protagonismo en el entorno empresarial y, a su vez, va calando en los mercados financieros a nivel global”. Son palabras de ánimo y también de confianza en la capacidad del ser humano para aprender.
La llamada “nueva normalidad” que esperamos, no debería ser volver a más de lo mismo. Los cambios y megatendencias que se han acelerado y reforzado con el COV19, tales como el teletrabajo responsable, la caída de las últimas barreras y resistencias a la comunicación vía internet, la creación de nuevos productos y servicios para un mercado sin barreras geográficas o la transformación digital de las empresas, han venido para quedarse. Es urgente alinear de nuevo los planteamientos estratégicos de los negocios con las macrotendencias que el COV19 ha acelerado.
Estamos frente a la oportunidad POSTCOVID-19 de ayudar a modificar de forma sustancial el concepto de negocio y de reforzar el nuevo concepto de empresa que se consolida cada vez con más fuerza. Es el concepto de empresas y organizaciones socialmente responsables. Organizaciones con una visión y una estrategia humanista y transformadora, con una agenda de cambio adecuada para poner en forma a toda la organización y al día con las necesidades de todas las partes interesadas en su buen funcionamiento y sus resultados.
Es el momento de posicionarnos estratégicamente, ayudados de una metodología avanzada y sólida de planificación estratégica. El momento de usar herramientas de planificación de la sostenibilidad y la transformación para consolidar lo económico, lo ambiental y lo social dentro de un único plan integral de negocio. Una metodología, en definitiva, que incluya una visión global de los negocios y que incorpore los aprendizajes más importantes de los últimos tiempos.
Recordemos que el trabajo más duro consiste en liberar al pensamiento del interior de la caja donde está prisionero. Pensar “fuera de la caja” con mentalidad estratégica y pensamiento transfronterizo es un desafío y un reto que nos permite abrir el horizonte mental y dejar atrás los pesados anclajes que lastran la visión y la acción.
Autoreconocernos como ciudadanos del mundo, actuar en consecuencia para integrar en la estrategia del negocio los principios y objetivos del Pacto Mundial, para contribuir a reforzar la necesaria institucionalidad internacional mediante el compromiso y el apoyo a la acción coordinada con el Pacto Mundial y, en definitiva, ayudar a cambiar el mundo a través de los negocios es nuestra responsabilidad directa, indelegable e inexcusable.
*Gutierrez, I. “La OMS, un órgano sin poder ejecutivo atrapado en el fuego cruzado entre EEUU y China en plena pandemia”. Disponible en: https://www.eldiario.es/internacional/OMS-ejecutivo-EEUU-China-coronavirus_0_1016999259.html
*Suárez, R. “Al mal tiempo… Sostenibilidad: Lo que estamos aprendiendo de la crisis del Covid-19”. Disponible en: https://foretica.org/al-mal-tiempo-sostenibilidad-lo-que-estamos-aprendiendo-de-la-crisis-del-covid-19/
Artículo firmado por:
Carlos Padrón
Economista, Graduado en Ciencias Teológicas por la Universidad de Granada, exdirector y socio fundador del Grupo EBV Consultores, empresa dedicada a la consultoría de gestión y a la formación en este campo.
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