El resultado no se hizo esperar. La disminución del número y gravedad de siniestros fue drástica, las quejas y reclamaciones igualmente.
Las primas de seguros bajaron. Se pudo además subir la franquicia y disminuir el coste de los siniestros no financiados por el seguro. Se generalizó la política de no trasladar a los seguros la mala gestión de las operaciones.
El criterio de gestión del riesgo se racionalizó de forma que solo se desplazarían a las Compañías Aseguradoras los grandes riesgos no gestionables o controlables por La Naviera.
La relación agresiva con los clientes se modificó sustancialmente gracias a la colaboración mutua que se produjo en el proyecto y a los excelentes resultados logrados.